La pertinencia de someterse a una resonancia magnética como parte del proceso diagnóstico es una cuestión debatida con frecuencia en el ámbito de la práctica kinésica. Los comentarios habituales, tales como “Me duele la zona lumbar, ¿debería realizarme una resonancia?” o “Opté por un estudio por precaución”, reflejan la prevalencia de esta inquietud entre los pacientes. Desde la formación universitaria, se nos inculca la primacía de la clínica, es decir, los síntomas reportados por el paciente, como el dolor, el hormigueo o la rigidez, sobre cualquier estudio complementario, aunque se reconoce la utilidad de estos últimos. Sin embargo, es crucial discernir cuándo es apropiado recurrir a estos estudios y cómo interpretar sus resultados.
Las estadísticas actuales revelan que el 42% de los pacientes con dolor lumbar se someten a radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas dentro del primer año de diagnóstico, y el 80% de ellos recibe alguna imagen dentro del primer mes de presentación de los síntomas. No obstante, la realización de estudios complementarios para el dolor lumbar puede acarrear consecuencias perjudiciales en dos aspectos principales. En primer lugar, la incorrecta interpretación de los resultados por parte del terapeuta puede conducir a consejos ineficaces, procedimientos innecesarios y terapias invasivas. En segundo lugar, la incorrecta interpretación de los resultados por parte de los pacientes puede generar pensamientos catastróficos, miedo, evitar el movimiento y una percepción menos optimista sobre su recuperación.
Si bien las imágenes proporcionan una visualización detallada de las estructuras del paciente, es importante destacar que los llamados “hallazgos anormales” son frecuentes en individuos asintomáticos a medida que envejecen, y tienen una correlación limitada con el nivel de dolor y discapacidad experimentados por el individuo. Estos hallazgos suelen reflejar el proceso natural de envejecimiento del cuerpo. Además, el empleo precoz de resonancias magnéticas para el dolor lumbar se ha asociado con un aumento en la discapacidad, un pronóstico desfavorable y una mayor probabilidad de someterse a cirugía.
En este contexto, la interpretación de las imágenes, el análisis del informe radiológico y la explicación de su significado deben recaer en el terapeuta, especialmente en una era en la que la información, en particular a través de internet, está ampliamente disponible. Es fundamental evitar generar confusión en los pacientes y orientarlos hacia decisiones informadas y adecuadas respecto a su tratamiento.
Referencias:
Darlow, B. (2016) Beliefs about back pain: the confluence of client, clinician and community. International Journal of Osteopathic Medicine 20, 53 – 61.
¿Querés aprender más? Elegí alguno de nuestros cursos y pagalo con un 20% de descuento si ya sos miembro. ¿Aún no sos miembro? ¡Dale clic acá y sumate!