En el ámbito actual del rendimiento deportivo, la presencia y evolución de la tecnología son constantes. Sin embargo, es fundamental reconocer que, aunque las innovaciones tecnológicas son valiosas, no constituyen la única solución para mejorar el desempeño de los atletas. Adoptar una perspectiva reduccionista puede llevar a pasar por alto las bases fundamentales del entrenamiento.
En el entorno caótico de los deportes de equipo, donde el caos a menudo reina, aceptar este escenario como preparadores físicos nos coloca en un constante pensamiento crítico. Esto implica no dar por sentado ningún aspecto, especialmente los resultados deportivos, que son el resultado de una compleja interacción entre diversas variables, entre las cuales destaca el mundo del rendimiento físico.
Numerosos componentes físicos están influenciados por decisiones humanas y la realidad subjetiva de uno o varios individuos. Incluso cuando creemos que nuestro enfoque es 100% objetivo, existe una cuota de subjetividad en cualquier informe o análisis. En un contexto inmerso en un sistema dinámico, donde cada elemento afecta a los demás, la clave radica en buscar un sistema de trabajo basado en principios, evitando perder de vista el panorama general mientras nos sumergimos en los detalles.
Las plataformas de fuerza, herramientas valiosas en este escenario, ofrecen la posibilidad de reducir el ruido en nuestro enfoque (o, en contraparte, pueden amplificarlo). Al entender cómo integrar de manera eficaz estas plataformas con el Control de Salto (CMJ), podemos potenciar el rendimiento deportivo y maximizar los beneficios que la tecnología nos brinda. En este contexto, es crucial no solo utilizar estas herramientas, sino hacerlo con sabiduría y un enfoque estratégico que respete los principios fundamentales del entrenamiento deportivo.
El propósito central de este tema es proporcionar una perspectiva práctica y ágil, centrándonos en la apreciación de la curva fuerza-tiempo y sus derivados, tales como el impulso, la aceleración, la velocidad, el desplazamiento y la potencia. Si aún no estás familiarizado con estos conceptos, te recomiendo explorarlos en profundidad para obtener un entendimiento más completo.
La agilidad en el entrenamiento conlleva una gran ventaja, especialmente cuando abrazamos el aprendizaje visual. Personalmente, abogo por reducir la fatiga mental asociada con la toma de decisiones, y en este apartado nos sumergiremos en el fascinante mundo de los gráficos ágiles. Estos gráficos no solo enriquecen la experiencia visual, sino que también mejoran significativamente la toma de decisiones.
Para comenzar nuestra inmersión en este tema, nos enfocaremos en el Salto CMJ, explorando cómo las plataformas de fuerza y la visualización de datos pueden potenciar este componente crucial del rendimiento deportivo. ¡Vamos a sumergirnos en los detalles!
Optimizando la Evaluación con CMJ: Más Allá de la Altura del Salto
A la hora de seleccionar una evaluación en el ámbito del rendimiento deportivo, el Salto con Contramovimiento (CMJ) destaca como una de las más utilizadas. Su bajo impacto en la fatiga y estrés, junto con su ejecución técnica sencilla, proporciona una valiosa visión de la potencia del tren inferior de los atletas. Aunque maximizar la altura del salto es un objetivo fundamental, es crucial tener en cuenta otras métricas dentro del CMJ.
Estas métricas ofrecen la posibilidad de visualizar la estrategia de salto empleada por cada deportista, proporcionando insights cruciales para marcar los indicadores clave de rendimiento (KPIs) en el proceso de entrenamiento. Recordemos que comprender la curva fuerza-tiempo y su comportamiento en el CMJ es esencial. Aunque el CMJ es un movimiento común, destaca por exhibir características universales presentes en la mayoría de los movimientos atléticos.
Nos enfocaremos específicamente en el CMJ sin la ayuda de brazos, con las manos en las caderas. A pesar de que la mayoría de las acciones deportivas involucran los brazos, esta elección tiene como objetivo reducir el ruido. Al aislar la parte inferior del cuerpo, analizaremos la estrategia utilizada por el deportista, las mejoras significativas, el monitoreo y la función neuromuscular a lo largo de la curva fuerza-tiempo y, principalmente, a lo largo de las fases del CMJ. Estudios han demostrado que este enfoque proporciona una visión más integral, que va más allá de simplemente medir la altura del salto.
Para profundizar en este análisis, es esencial comprender las diferentes fases del CMJ, basándonos en las fases delineadas por McMahon (2018). Estas fases actúan como la base para desentrañar la complejidad de este movimiento y ofrecen una perspectiva estructurada para mejorar la eficiencia y el rendimiento de nuestros atletas.
Fase de Pesaje en el CMJ
La primera etapa del Salto con Contramovimiento (CMJ) es conocida como la fase de pesaje, también denominada fase de silencio o de postura. En esta etapa, se requiere que el atleta mantenga la mayor inmovilidad posible durante al menos un segundo. El propósito de esta fase es claro: preparar mentalmente al atleta. Al enfocarnos en “pesar” al atleta y comenzar la prueba con esta fase, reducimos el ruido y buscamos validar y asegurar la confiabilidad en el protocolo del test.
La relevancia de esta fase no puede subestimarse. La incidencia de pasar por alto esta etapa se refleja en la imposibilidad de identificar el umbral para el inicio del movimiento, así como en la pérdida de precisión al analizar la estrategia utilizada en todas las fases subsiguientes del CMJ. La interconexión de cada fase demuestra que todo está interrelacionado; una fase de pesaje deficiente puede comprometer la integridad y el valor de todo el proceso de evaluación.
En resumen, la fase de pesaje establece las bases para una ejecución precisa y efectiva del CMJ. Proporciona la quietud necesaria para que el atleta centre su mente y cuerpo, permitiendo una evaluación más fiable y detallada de las estrategias de salto empleadas. La búsqueda de la excelencia en cada fase del CMJ comienza con el silencio inicial que da forma a la calidad del rendimiento global.
Fase de Descarga de Peso (o Desponderación)
La segunda fase fundamental del Salto con Contramovimiento (CMJ) es la descarga de peso, también conocida como desponderación. Esta etapa marca el inicio del movimiento, caracterizado por la reducción del peso corporal del atleta. Durante este proceso, los músculos agonistas se relajan, permitiendo una flexión de rodillas y cadera, junto con una ligera dorsiflexión. En este momento, la fuerza total ejercida sobre el suelo se reduce momentáneamente, generando un impulso neto negativo cuando esta fuerza es menor que el peso corporal del atleta.
La fase de despeso concluye cuando la velocidad alcanza su punto más bajo y su valor máximo negativo, coincidiendo con la igualación entre la fuerza total y el peso corporal del atleta. Este momento marca el inicio de la fase de frenado. La comprensión detallada de estas fases y su interconexión es esencial, ya que cada una influye en la producción de fuerza necesaria tanto en la fase de frenado como en la fase de propulsión.
No subestimemos la importancia de esta fase, ya que su ejecución adecuada impacta directamente en la producción de fuerza durante el frenado, lo cual, a su vez, afecta la capacidad de generar fuerza durante la propulsión. La habilidad de un atleta para reducir su peso mientras mantiene una posición funcional, sin levantar los pies del suelo, aumenta el potencial para crear un impulso eficaz hacia abajo. En consecuencia, esta fase no debe pasar desapercibida, ya que su dominio contribuye significativamente al rendimiento óptimo en el CMJ.
Fase de Frenado
En el contexto actual de la preparación física en deportes de conjunto, la fase de frenado en el Salto con Contramovimiento (CMJ) ha adquirido una importancia destacada. Esta relevancia se acentúa debido a la frecuente presencia de acciones que implican la secuencia de acelerar-desacelerar para re-acelerar en diversos deportes. El énfasis creciente en entrenar el frenado, también conocido como “braking,” ha tomado una dimensión interesante, especialmente considerando el componente excéntrico significativo y la aplicación intensa de fuerzas asociadas con esta fase.
En esta tercera etapa del CMJ, el atleta inicia el proceso de desacelerar su peso corporal. La fase de frenado comienza cuando la velocidad de su centro de masa alcanza su máximo negativo y concluye en el instante en que la velocidad vuelve a cero. Visualmente, este momento coincide con la posición inferior del contramovimiento, caracterizada por un marcado componente de estiramiento-excéntrico.
Es crucial destacar que el impulso generado durante la fase de frenado del contramovimiento depende en gran medida de la cantidad de fuerza que el atleta pueda aplicar para superar la fase previa de despeso. Este proceso es determinante para lograr un salto vertical eficiente o para potenciar la aplicación de fuerza en la siguiente fase. Entender y entrenar de manera específica esta fase no solo mejora el rendimiento en el CMJ, sino que también contribuye a la capacidad general del atleta para realizar acciones que implican aceleraciones y desaceleraciones rápidas en el contexto deportivo.
Fase de Propulsión
La cuarta fase del Salto con Contramovimiento (CMJ) es conocida como la fase de propulsión, y su papel es fundamental en el proceso para alcanzar un despegue eficiente. Aunque la fuerza de frenado ejercida durante el CMJ impacta significativamente en la propulsión, la contribución muscular independiente sigue desempeñando un papel crucial en la generación de una velocidad de despegue rápida.
La acción de impulso propulsivo depende en gran medida de la capacidad del atleta para producir fuerza vertical. En esta fase, los músculos desempeñan una función de empuje-concéntrica mientras los atletas realizan una extensión completa de caderas, rodillas y tobillos. Este esfuerzo coordinado impulsa el centro de masa de manera vertical, preparándose para el despegue.
Técnicamente, la fase de propulsión comienza cuando la velocidad del Centro de Masa (COM) se vuelve positiva al finalizar la fase de frenado. Esta fase continúa hasta el instante del despegue, siendo el momento crucial en el que el atleta transforma la fuerza generada en una acción vertical, elevándose con potencia y control. El dominio de esta fase no solo mejora el rendimiento en el CMJ, sino que también es esencial para la ejecución eficiente de movimientos atléticos que requieren una rápida producción de fuerza vertical.
Fase de Vuelo
La quinta y última fase del Salto con Contramovimiento (CMJ) es la fase de vuelo, donde el atleta se eleva de la plataforma con la intención de alcanzar la máxima altura posible. Esta fase culmina en el instante del aterrizaje, marcando el momento en que el atleta vuelve a hacer contacto con la plataforma.
Durante la fase de vuelo, el atleta desencadena la fuerza acumulada en las fases anteriores, propulsándose hacia arriba con elegancia y potencia. El objetivo principal en esta etapa es lograr la máxima altura, lo que implica una ejecución precisa de todas las fases anteriores. Desde la extensión controlada en la fase de propulsión hasta el momento de despegue, cada componente contribuye al éxito de esta fase final.
La fase de vuelo es crítica para evaluar la capacidad del atleta para transformar la fuerza generada en altura. La técnica, la coordinación y la potencia muscular se ponen a prueba mientras el atleta se eleva con determinación. La precisión en esta etapa es fundamental, ya que influirá directamente en la altura alcanzada y, por lo tanto, en el rendimiento general del CMJ. La fase concluye con el aterrizaje, marcando el fin de un ciclo de movimientos fluidos y controlados en la búsqueda constante de la excelencia en el rendimiento vertical.
Fase de Aterrizaje
La sexta y última fase del Salto con Contramovimiento (CMJ) es la fase de aterrizaje, donde el atleta aplica una red de impulso que se contrarrestará con el impulso de propulsión. Este proceso tiene como objetivo desacelerar el Centro de Masa (COM) desde la velocidad en que hace contacto con la plataforma de fuerza hasta cero. La magnitud del impulso neto requerido para detener una masa específica viajando a una velocidad determinada está intrínsecamente vinculada a la velocidad misma, según McMahon (2018).
Se aconseja a los atletas absorber el impacto del aterrizaje, adaptando la técnica según las demandas específicas de su deporte. La flexión de caderas, rodillas y tobillos es una estrategia efectiva para suavizar el impacto, y la importancia de este aspecto puede variar según el tipo de deporte practicado. Atletas que realizan saltos frecuentes, como en vóley, pueden beneficiarse especialmente de la atención en la absorción del impacto.
La fase de aterrizaje puede desglosarse en dos subfases: el momento del aterrizaje en sí y la estabilización posterior. Esta última parte es crucial para asegurar una transición suave y controlada hacia la posición estable, preparando al atleta para el próximo movimiento o acción atlética. La maestría en la fase de aterrizaje no solo preserva la salud articular a lo largo del tiempo, sino que también contribuye a la eficiencia general en la realización de saltos y movimientos específicos de cada deporte.
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