La evidencia actual respalda que los principios de fuerza y acondicionamiento no solo pertenecen al entrenamiento de atletas sanos, sino que también son clave en la recuperación post-lesión. Una rehabilitación eficaz requiere evaluar el deporte, las demandas físicas y las deficiencias del atleta para diseñar un programa que progrese desde la movilidad y la fuerza básica hasta la potencia y la especificidad competitiva. La colaboración entre fisioterapeutas, entrenadores y preparadores físicos asegura un retorno seguro y óptimo al rendimiento, reduciendo el riesgo de recaídas.
Un programa de rehabilitación eficaz combina individualización, sobrecarga progresiva y especificidad, ajustando variables como selección de ejercicios, orden, frecuencia, carga y periodización. Desde ejercicios multiarticulares para optimizar la respuesta anabólica, hasta estrategias de control de carga y progresión, el fisioterapeuta deportivo debe adaptar cada detalle al historial, objetivos y estado de recuperación del atleta. El uso inteligente de estas variables no solo facilita un retorno seguro al deporte, sino que también puede mejorar el rendimiento previo a la lesión.
Optimizar la función de los isquiotibiales tras una reconstrucción de ligamento cruzado anterior (RLCA) es clave para reducir el riesgo de nuevas lesiones, mejorar el rendimiento y prevenir alteraciones a largo plazo. Un plan de rehabilitación efectivo debe incluir entrenamiento de fuerza periodizado, ejercicios excéntricos, trabajo equilibrado de rodilla y cadera, y reentrenamiento neuromuscular funcional. Desde las fases tempranas hasta el retorno al deporte, la progresión debe pasar de cargas moderadas y control de movimiento a fuerza explosiva y tareas específicas, siempre bajo criterios claros de recuperación funcional.