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El Entrenamiento Personal y el vínculo entrenador-cliente: cómo manejar situaciones difíciles

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En el entrenamiento, es común que se presenten situaciones difíciles con los clientes: falta de esfuerzo o desgano, impuntualidad, quejas y muchas complicaciones más. Por más arduo que sea, hay que lidiar con el problema. 

A continuación ofrecemos algunas indicaciones y sugerencias para poder manejarse con inteligencia, para fortalecer el vínculo entrenador-cliente y para ayudarlo a mejorar.

Como ya sabés, los entrenadores nos vinculamos a diario con diferentes personas, que son nuestros clientes, y como ocurre en todos los ámbitos, hay abundancia de personalidades. Por lo general las cosas marchan bien, pero siempre hay algunas excepciones.

A veces nos encontramos con clientes que tienen actitudes que dificultan el curso normal del entrenamiento, y nos ponen en aprietos. En esos casos, es fundamental saber como actuar en torno a estas actitudes; trabajar conjuntamente con ellos para lograr que cambien su perspectiva y su proceder. 

Repasemos algunas de las situaciones difíciles que suelen darse en el entrenamiento, y veamos qué indicaciones podrían ser las adecuadas.

Falta de esfuerzo, desgano

Algunas personas dicen que tienen un objetivo de fitness o salud, pero eligen un camino sinuoso para alcanzarlo. Y es fácil darse cuenta de que van por el camino equivocado.

El cliente deambula por el gimnasio: un par de estos ejercicios, otro poquito de esos, un par de aquellos.

Se nota que hay poca intención en su entrenamiento y que existen problemas para comprometerse con un objetivo real, medible y con un propósito.

En este caso, la indicación es instarlos a ser específicos con sus metas. Tener una meta realista y tangible a la vista ayuda a empujarlos hacia la intención y el propósito. Eso mantiene a las personas interesadas en sus entrenamientos.

Es común escuchar vaguedades, que son dichas con poco convencimiento: “quiero bajar de peso”, “quiero ser más fuerte”. Bajar de peso y volverse más fuerte son objetivos espléndidos, pero si notamos falta de convicción, es necesario profundizar. Podemos hacer algunas preguntas: 

“¿Por qué querés perder peso? ¿Por qué querés hacerte más fuerte?” o “¿Qué te impidió alcanzar esos objetivos en el pasado?” Y yendo un  poco más allá: “una vez que alcances esos objetivos, ¿cómo vas a sentirte?”

Las preguntas de seguimiento revelan bastante, tanto para el entrenador como para el cliente. Es muy posible que ellos nunca se hayan hecho estas preguntas.

Quizás un entrenador anterior los desanimó con ejercicios difíciles, por lo cuál sería prudente mantener su programa simple. Con las preguntas, el cliente impreciso pronto comprenderá que necesita aferrarse a una meta concreta.

Establecé metas basadas en el desempeño. Por ejemplo, si un cliente o clienta dice “quiero perder peso”, podés alentarlos para que elijan una meta basada en el desempeño, para enfocar sus esfuerzos. Podrías indicarle alguno de estos ejercicios:

  • Tu primer dominadas estrictas y sin ayuda.
  • Peso muerto con su peso corporal durante cinco repeticiones.
  • Caminata del granjero (con ambas manos) con la mitad de su peso corporal a lo largo de 50 yardas.
  • 10 flexiones estrictas desde el suelo.

Cualquier cosa que se base en el rendimiento cambia las reglas del juego. Establecer un objetivo específico elimina los sueños superfluos que hacen perder el tiempo. Y lo que es más importante aún, les da un propósito a las personas.

Proporcioná un porqué para cada ejercicio que programes. Con un objetivo establecido, cada ejercicio, orden de ejercicio, carga, esquema de series/repeticiones y período de descanso, se seleccionan con el único propósito de atacar ese objetivo.

Citando al reconocido entrenador de fuerza Dan John: “El objetivo es mantener el objetivo como objetivo”.

Si se casan con ese objetivo y se comprometen con ese objetivo, entonces perderán peso. Y serán más fuertes y saludables, y estarán mucho más confiados y satisfechos con el entrenamiento. Cuando el objetivo es específico, también lo es el entrenamiento.

Queja, descontento

Cuando aparece la queja, el disgusto y cierta negatividad, es importante que observemos con atención el problema, para ver de qué manera el cliente puede modificarlo.

Esta situación se presenta usualmente cuando se indican ejercicios: Todo molesta, provoca dolor, todo es demasiado difícil: sentadillas en copa, pull-throughs, pallof press, incluso un vuelo lateral con mancuerna. 

Por supuesto que cada entrenador tiene sus límites y su grado de tolerancia, pero siempre podemos hacer algo.

Un pequeño truco que puede servir es redirigir la queja, repitiendo: “lo que escuché es que no estás satisfecho con el progreso que lograste con estos ejercicios. Lo entiendo y tenés razón. ¿Por qué creés que no lo lograste?“

De esta forma, quizás la queja transmute en reflexión, y así el cliente podrá descubrir por qué algo no funciona y qué se puede hacer para solucionar el problema.

Impuntualidad

Cuando aparece el tema de la impuntualidad hay que ser inteligente para tratar con los clientes: por supuesto, hay que poner límites, porque nos afecta todo el trabajo. Pero también hay que ayudarlos a buscar soluciones.   

El entrenamiento personal es un servicio y eso significa que alguien paga por ese servicio que se brinda. Y ese servicio tiene su tiempo y horario. Las sesiones de entrenamiento las dicta el reloj: comienza una sesión con un cliente y 30, 45 o 60 minutos después, el siguiente cliente aparece para su sesión.

Un cliente crónicamente retrasado puede arruinar todo nuestro horario.

Algunas situaciones son entendibles, a veces hay cosas que se interponen. Los clientes ocasionalmente van a llegar tarde (dificultades de trabajo, problemas con algún hijo, fallas del coche).

Pero cuando un cliente llega tarde habitualmente, y además, eso está afectando sus resultados, hay que ser sincero y establecer los límites. Con cortesía y amabilidad, pero con claridad.

Lo más importante es mostrar que esa impuntualidad afecta concretamente los resultados del entrenamiento, y que por eso hay que cambiar. Una sugerencia es instar a que el cliente haga del fitness una prioridad. Eso es un refuerzo positivo.

Las “llegadas tarde” están obstaculizando la efectividad de las sesiones y están ralentizando los resultados“. Otra cosa sencilla que puede ayudar es simplemente preguntar: “¿hay algo que pueda hacer para ayudarte a ser más responsable para que llegues a tiempo?”

Este enfoque es eficaz porque no se parece a un sermón y genera empatía, sin dejar de establecer que hay una responsabilidad que les corresponde y que deben cumplir.

Miedo a la musculación

Esta situación suele aparecer cuando se explica algún ejercicio: una variante de sentadillas o peso muerto.

Tanto varones como mujeres suelen decir: “!No puedo hacer eso, me voy a poner demasiado grande!”. “Voy a quedar enorme” o “no quiero quedar grandota”.

Acá el consejo es profundizar, simplemente indagar un poco.

“¿Por qué sentís que el entrenamiento de fuerza te va a hacer grande y voluminoso?” ¿Esto te sucedió en el pasado?” “¿Qué ejercicios en particular creés que causan esto?”

Generalmente, las respuestas y la consiguiente discusión informada aliviarán cualquier preocupación. Es muy probable que estén repitiendo lo que les dijo un ex entrenador. O tal vez nunca se tomaron el tiempo para aprender, o no se les mostró la técnica adecuada.

Resulta muy fructífero tomarse el tiempo para determinar por qué alguien piensa de la manera en que lo hace. Es una forma de comprender y sobre todo, ser eficiente y productivo con el cliente en el entrenamiento.

Por todo lo visto, hay muchas formas de persuadir al cliente para hacer que se produzca un cambio, cuando algo no está funcionando. Siempre pueden ofrecerse soluciones y alternativas. Los entrenadores tenemos herramientas para lograrlo y eso nos hará mejores, y también hará mejores a nuestros clientes.

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